jueves, 1 de febrero de 2018

CARTAS COFRADES 2018-I: Tambor, capirote, monumento


La combinación de estos tres elementos, tambor, capirote y monumento zaragozano en una fotografía da como resultado el cartel de nuestra Semana Santa. Esto enfada a muchos, aunque la foto fuera  (casi siempre lo es), tan estupenda como esta de Jorge Sesé. Y que no olvidemos, elige el Ayuntamiento. A lo mejor este año se enfadan un pelín menos porque también figura EL (o ELLA, si hubiera sido la Virgen), en mayúsculas, pues así lo escribían, en las quejas que provocaban carteles anteriores cuando se denunciaba la ausencia de los verdaderos protagonistas de la Pasión, Muerte y Resurrección de lo que anunciábamos celebrar.

¿Sabes que te digo?, que a mi el cartel 2018 me encanta. Y lo digo sin tapujos, porque últimamente cada vez que leo cosas de nuestras Semana Santa y de nuestras cofradías no es precisamente para decir algo bueno. Quienes lo hacen sus razones tienen, seguro. Y además lo hacen porque aman o han amado su cofradía y su Semana Santa. Pero si desde aquí podemos compensar un poco hablando bien.......... por eso tenía ganas de que presentaran el cartel para comenzar a escribirte cartas.

El cartel me encanta porque no puede ser más zaragozano. Un tambor. Ese tambor que tanto nos ha dado, a las cofradías y a sus procesiones, por todo aquello que tantas veces hemos contado. Traído del Bajo Aragón, ya lo sé, por si acaso me lo recuerdas, pero es que Zaragoza es así; anda que no tenemos cosas de otros lugares. Un tambor con gala, muy de Zaragoza, un redoblador con guantes, muy de Zaragoza también aunque no entre todos. Un bombo calandino que se perfila en un segundo plano, una heráldica que nos evoca al Silencio que este año estamos con ellos de celebración. Vemos también uno de los faroles de una de las "Palabras" que elaboraran en 1974 los talleres zaragozanos de Artesanía Sancho...... y sí ahí está El, en la Cruz, junto a San Juan, junto a la ELLA, imágenes obra de la gubia del zaragozano Felix Burriel de 1948. Zaragoza está llena de obras suyas. Discipulo de Borja, colaborador de Borobio, maestro de Bueno, de Rallo.... todo nombres que nos invocan a otras obras ilustres de nuestro patrimonio.

Porque la cofradía protagonista del cartel de este año es la de las Siete Palabras y San Juan Evangelista, a la que tanto debemos y que sirvió como modelo para ayudar a crecer al resto de hermandades. La que durante décadas ha sido la procesión más popular  de una cofradía por las calles de la ciudad. Incluso para muchos zaragozanos la única. Tal vez los tambores tuvieron algo que ver, o la influencia que la Acción Católica tenía en aquellas décadas de los 40 y 50 en la sociedad y su presencia en todas las parroquias, y sus campamentos juveniles, y el Stadium Casablanca....... el caso es que las Siete Palabras abrió un camino y nos dejó un legado. 

Y como telón de fondo, por supuesto, nuestra casa, sede de la Sangre de Cristo desde hace más de 200 años. San Cayetano. Nuestra casa, en la que ya somos tantos que no cabemos y a lo que habrá que buscar una solución. Por todo esto...... ¡como no me va a gustar un cartel impregnado de Semana Santa de Zaragoza por los cuatro costados!. 

Durante años he dudado si nuestro cartel merecería otro tipo de composición que no fuera una instantánea, como hacen por otros lares siempre tan admirados. Que incluso se encargara a un pintor o ilustrador de renombre que nos diera lustre. Si somos tan críticos con estupendas fotos no se como aceptaríamos, si se hubiera dado el caso, la interpretación que dieran a la Pasión y la Resurrección un Miró o un Dalí. Solo hay que ver lo que ocasiona el cartel de las fiestas del Pilar. O la que le montó el Cabildo a un tal Goya. O lo que se ha organizado este año con el "angelillo" y su Giralda del cartel de los belenistas sevillanos.

Hace unos días un amigo me pasó un artículo de la VozdeCordoba.es titulado ¿Por qué prefiero una foto?. El caso es que el autor, Victor Olivencia, me convenció. Yo no intento convencerte a tí, nunca lo pretenden estas cartas. Solo lo comparto. Olivencia alababa el don que posee el pintor pero también decía que "en la tranquilidad de su casa, de su estudio, sin prisas, sin bullas, cualquier artista de los de verdad, convierte un lienzo blanco en un maravilloso cartel de semana santa. Si se equivoca tiene margen para solucionarlo, si cambia de idea sobre la marcha, también. Nunca llueve en el estudio de un pintor. Cualquier artista de los de verdad, recibe el encargo con tiempo de sobra, recibe sus honorarios correspondientes, recibe alguna clase de instrucción o puede que tenga libertad plena para pintar lo que quiera. Cualquier artista de verdad, te hace una obra de arte, de las de verdad" En cambio el fotografo "a pie de calle, justo el día de la procesión, a la hora exacta, tendrá un montón de obstáculos que superar. Cualquier fotógrafo, a esa hora y en ese lugar, tendrá una oportunidad, o tal vez ninguna, de hacer esa fotografía con la que ha soñado, o se ha imaginado".

El artículo continuaba diciendo que cualquier fotógrafo se encontrará unas calles plagadas de cables colgando, señales de tráfico, aparatos de aire acondicionado, o farolas con unas tonalidades dispares. A pie de calle es todo, condenadamente real."

Terminaba diciendo que en el fondo, son dos cosas que no se pueden comparar, unos gozan de un don que los convierte en artistas (a los que envidio, esto lo digo yo) y otros gozan de un gen que les permite articular los dedos de una mano y apretar un simple botón capturando un instante único (también es cierto que ahora puedes tirar 10.000 fotos y entre todas alguna merece la pena, que es lo que me pasa a mi)

"Unos inventan la belleza partiendo de la nada, otros son capaces de robársela a la mismísima realidad, delante de sus narices" (Victor Olivencia).

Tenemos ya cartel de la Semana Santa zaragozana de 2018. Tenemos un pregonero de altura, el cardenal aragonés Juan José Omella, actual arzobispo de Barcelona. De las dos cosas podemos estar orgullosos. Difundamoslo. Difundemosla. No es la mejor Semana Santa del mundo, pero es la nuestra. Mi casa tampoco lo es pero es la mía, y aunque a veces compremos Ferrero Roche con sus dorados envoltorios  no se me ocurrirá compararla con la de Isabel Presley.



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