viernes, 8 de julio de 2011

AL NORTE DEL CAÑÓN DEL RIO LOBOS III: Cabalgar en solitario.



Es una de las cosas que más me gusta hacer en mis cuarteles de verano. Cabalgar en solitario con mi caballo de hierro BH, como Randolph Scotten en la película con ese título de 1959 y que alguno coloca como la nº 100 de una lista de las 100 mejores películas del oeste. El territorio da para eso durante kilómetros y kilómetros de pistas asfaltadas y sin asfaltar que recorren miles y miles de hectáreas de bosque. El silencio se escucha y solo lo rompe el viento entre las ramas, el canto de la chicharra, el trinar de pájaros o el trote de los corzos. De hecho la experiencia de rodar en paralelo al galope de un corzo durante unos cuantos metros es un recuerdo que guardo con verdadera emoción. Hacerlo entre vacas o caballos es algo cotidiano.



Desde que en 1986escuchaba (no recuerdo si lo entrevistaba SuperGarcía o un joven de la Morena) la proeza del montañero Fernando Garrido en la cima del Aconcagua, donde permaneció 66 días, ya reconocía en lo que contaba el montañero emociones que yo también disfruto en solitario. Por eso me hizo gracia la pregunta de la médico que me atendió tras el suceso que voy a contar.



Recorría solo el Cañón del rio Lobos. La bicicleta me hizo un extraño y acabé en el suelo. Mientras caía no pasó toda mi vida por mi mente, pero si el recuerdo de Valverde que días antes se había caído en el Tour y se rompió la clavícula (por eso recuerdo que era 2006). Cuando me levanté vi que no me la había roto pero que llevaba el codo y la muñeca ensangrentada, el coulotte rasgado y el muslo erosionado. Herido y maltrecho a 15 kilometros de casa. Solo y sin móvil (nunca llevo y menos si no hay cobertura, como es el caso).



Como pude llegué al Centro de Salud para que me apañaran un poco antes de presentarme en casa. La medico que me atendió amablemente me mandó quitar los pantalones (últimamente siempre que voy al médico me mandan bajarme los pantalones). Y tras curarme me hecho un sermón de que porqué iba solo, para terminar con la maternal pregunta ¿es que no tienes amigos?. Como explicarle que amigos no se si muchos, pero parientes (en Navaleno nos llegamos a juntar 45) y conocidos de sobra, y que el aliciente del verano estriba precisamente en eso, en perderme y difrutar en soledad, “cabalgar en soledad”.

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