jueves, 4 de marzo de 2010

La Cincomarzada


Todos los años al llegar la Cincomarzada tengo que repasar que es lo que merece que tengamos fiesta en el calendario laboral porque se me olvida. Por mucha caldereta y botellón que se monte, las fiestas que no tienen postre ni comida familiar con cubierto mesa y mantel para mi pasan desapercibidas.

A la muerte de Fernando VII algunos no admiten la sucesión al trono de España en la persona de su hija, la reina Isabel II (la que luego sería derrocada en 1868 instaurándose la I República) y pretendían proclamar rey a Carlos, hermano de Fernando, dando comienzo a la I Guerra Carlista (1833-1840), amparándose en la legitimación dinástica, el sentimiento religioso y la defensa de los fueros (por eso el carlismo tenía especial adhesión en las Vascongadas, Navarra y Cataluña (que cosas). Pero ni el ejército, ni la jerarquía eclesiástica apoyaron al carlismo, aunque alguna de sus figuras habían sido héroes de la Guerra de la Independencia.

El mayor apego en Aragón al Carlismo se produjo en el Maestrazgo pues los campesinos consideraban que los carlistas garantizaban una mayor estabilidad y no querían cambios. Huesca acoge con entusiasmo a Don Carlos en 1835 mientras que Zaragoza se proclama liberal adepta a la causa cristina o isabelina.

Zaragoza rechaza un fuerte ataque el 5 de marzo de 1838, madrugada en la que varios batallones carlistas penetran en la ciudad, siendo rechazados por la Milicia Nacional, compuesta en su mayoría por civiles.

Este episodio otorgó al escudo de la ciudad la titulación de "Siempre Heroica" y en los años siguientes el Ayuntamiento constitucional de Zaragoza declaró festivo el aniversario y lo conmemoró oficial y solemnemente. En 1843 accedieron al poder los moderados, que decidieron no hacer una conmemoración oficial. Pero muchos zaragozanos, habituados a la celebración, decidieron no renunciar a la misma y acudían a la arboleda de Macanaz y a las orillas del Gállego bien provistos de comida y bebida.
Esto es lo que se celebra en la Cincomarzada, la primera festividad no religiosa que tiene nuestra ciudad. Aunque mirándolo bien por muy popular que sea también es una fiesta discriminatoria, como piensan algunos de las fiestas religiosas, pues los que en su tiempo pensasen como los carlistas lo vivirían como una afrenta. Pero bueno para montar un botellón cualquier excusa es buena.
En el siglo XX, el Cabezo, La Almozara o la Estación de Utrillas, se añadieron a los lugares habituales de celebración y el 4 de marzo de 1937, el Ayuntamiento acordó suprimir oficialmente la fiesta, que durante la Guerra Civil y hasta 1977 no se volvió a celebrar, del mismo modo que la calle Cinco de Marzo pasó a denominarse Requeté Aragonés hasta 1979.
En 1981 el Ayuntamiento de Zaragoza recuperó definitivamente la fiesta con la ayuda de las comisiones de festejos de los barrios, peñas y asociaciones ciudadanas, y desde entonces, se viene celebrando sea en la arboleda, en el Parque Tío Jorge, en el Primo de Rivera, en el de Oriente o en el del Agua (pobres parques), siendo una jornada eminentemente lúdica y reivindicativa. Los zaragozanos que quieren acuden al parque en el que se preparan ranchos y carnes asadas, y donde no faltan pasacalles, verbenas, conciertos y animación callejera, y diversas peñas, grupos políticos y asociaciones sociales y culturales instalan barras que aprovechan como espacio informativo de sus actividades (o por lo menos en los primeros años).
La realidad ahora es que nadie quiere que esa fiesta se lleve a su zona, y sino que se lo pregunten a los vecinos del Arrabal por como quedaba de cara a la primavera el Parque Tío Jorge. Y el Ayuntamiento tampoco sabe muy bien que es lo que quiere porque la idea de volverla a llevar al parquecillo de Macanaz (lo que antes era una arboleda) manifiesta no conocer la fiesta, no conocer la ribera y no conocer el río.
Jeronimo Blasco decía querer rememorar su espíritu histórico, con la vuelta a su ubicación originaria, y los 30 años que cumple desde que se sacara del olvido tras el letargo al que la tuvo sometida la dictadura franquista. En su opinión, se trata de un sitio más arropado que el parque de Oriente o el parque del Agua, sedes en los dos últimos años, y caben todas las organizaciones que se han inscrito hasta la fecha. Para el consejero el lugar tiene ventajas, como su accesibilidad o la ayuda para “poner en valor” a las riberas, aunque también ha reconocido que no hay aparcamiento. En este sentido, confía en que, al ser un lugar céntrico, los zaragozanos acudan a pie, en transporte público o bicicleta.
No conoce la fiesta ni el parquecillo porque quedaba claro que allí no iba a caber todo el mundo que suele asistir, y con el diseño que han hecho de lo que antes era al arboleda, tendrían que poner a todos en fila indiana. No conoce el lugar porque decir, como dijo que es un lugar recogido, que no sopla el viento y que no creara molestias a los vecinos será porque cree que ya ha echado a todos a Valdespartera, a Parque Goya o porque se han ido todos a vivir con el alcalde a Villanueva de Gállego. Y no conoce la ciudad porque unido a lo anterior, echado a la gente joven a vivir a Valdespartera y venir con las calderetas, los botellones y demás elementos necesarios para la fiesta desde allí, andando o en bicicleta la verdad que invita poco………
Y así, a una semana vista, han cambiado los planes y trasladan la celebración al Parque de Oriente, con el consiguiente enfado de las Peñas. Tampoco es una novedad porque se enfadan por todo y al final les consienten todo.Por cierto. Como la mal llamada memoria histórica parece que sólo se remonta a 60 años habría que recordar que esta ciudad dedica a una calle (muy juvenil por cierto) a un mito del carlismo, “Zumalacarregui” el general en torno al cual se organizaba el ejercito carlista. La desgracia de hace 60 años se entiende algo mejor remontándose al siglo XIX y a sucesos como el del Cinco de Marzo. Un buen libro de historia “La burguesía revolucionaria” (1808-1874), de Miguel Artola.

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