miércoles, 17 de febrero de 2010

Miércoles de Ceniza: “Memento, homo, quia pulvis es, et in pulverem reverteris".



Y no de cenizos, aunque hoy se hayan juntado un par en el Congreso de Diputados sin la intención de aunar esfuerzos y buscar soluciones a estos tiempos de crisis (económica).

Hace años que no recibo la ceniza y escucho eso de “Polvo eres y en polvo te has de convertir”. Cierras los ojos y lo escuchas en latín y por un momento puedes situar tu imaginación a la época pasada que más te guste.

Hoy es Miércoles de Ceniza con el que los cristianos inician la Cuaresma, el periodo penitencial con la que se prepara la venida de la Semana Santa, aunque, honestamente, la mayor parte de los que conozco que estos días preparamos la llegada de la Semana Santa, actitud penitencial pues………… como que no mucha.

El periodo penitencial previo a la celebración de ciertas solemnidades no es una innovación cristiana, como ocurre con la forma de celebrar muchas celebraciones a lo largo del calendario. Tanto en el mundo grecorromano como en el oriental y hebreo, era corriente guardar varios días de ayuno y no consumir determinados alimentos, como preparación espiritual a las fiestas más importantes. De crío, en casa tenían la costumbre de hacer vigilia los viernes de Cuaresma. Para merendar no había chorizo de Pamplona ni mortadela y para comer siempre verdura y gallos de ración….. vamos un horror. Un día me invita un amigo a comer a su casa pero me avisa que sus padres hacen vigilia. Que le vamos a hacer pensé (yo que me pensaba librar de la verdura y el pescado). Cual es mi sorpresa que la comida fue una paella de marisco. Bien cargada de marisco. Eso si que era cumplir con el precepto.

El nombre deriva de la expresión “Quadragessimae dies, en la que Quadragessimae se abrevió en Cuaresma. El Miércoles de Ceniza se llamó inicialmente “Caput Quadragessimae” o “Caput ieiunii” (principio de la Cuaresma o del ayuno). Su nombre actual se debe a la costumbre, documentada desde el siglo X, de imponer a los fieles, en la frente o sobre la cabeza, una señal hecha con ceniza, como recordatorio de la caducidad de la vida terrenal. La tradición señala que esas cenizas procediesen de ramos de olivo bendecidos elaño anterior en el Domingo de Ramos.

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